Siglo XX a la Actualidad

Entre los años 1900 y 1936

Además de lo indicado con anterioridad, la pujanza de la Congregación queda de manifiesto cuando el 10 de junio de 1902 es inscrita en el Registro de Asociaciones de la Provincia de Murcia (núm. 650) con el nombre “Cofradía de Servitas de María Santísima de las Angustias”, fecha en la que contaba con 2.000 asociados.

En 1886 se había establecido en la Parroquia de San Bartolomé la Concordia del Santo Sepulcro, por lo que en 1902  y dado que compartían templo, a petición de dicha corporación, aunque sin detrimento de la procesión de los Servitas que se celebraba en la tarde de Domingo de Ramos desde hacía más de dos siglos, el grupo de la Virgen de las Angustias escoltado por sus congregantes, se incorporó al cortejo del Santo Entierro, con lo que ya eran tres, las ocasiones en las que la Titular de los Siervos de María recorría la ciudad en Semana Santa: traslado del Sábado de Pasión desde el Monasterio de Agustinas descalzas a San Bartolomé, Solemne Procesión del Domingo de Ramos, y Santo Entierro el Viernes Santo. En relación al traslado hay que destacar que este tenía en la ciudad trato de procesión solemne dada la multitud de señoras ataviadas con mantilla española que precedían a la Virgen alumbrando con cera.

Con la llegada de la II República, el giro político operado en España hizo que dejase de salir la procesión de Domingo de Palmas, lo que no impidió que, en julio de 1936, fuese saqueada la casa de Antonia Borja y destruidos todos los enseres de la Virgen de las Angustias que allí se encontraban (trono, cruz de procesión, candelabros, dosel y rocalla del altar de cultos, etc), salvándose la sagrada imagen gracias a la rápida intervención de la familia Zamora que se ocupó de su traslado desde la Iglesia de San Bartolomé al Museo Provincial de Murcia (hoy de Bellas Artes).

 

De 1939 a 1992

Al terminar la contienda civil, la situación de la Cofradía de Servitas era, verdaderamente, precaria. Habían sido destruidos todos los enseres de culto y procesión; no se contaba el apoyo de una camarera de la Virgen ya que, María Seiquer Gayá de Romero Elorriaga, que había ocupado el cargo hasta el inicio de la guerra, renunció a él cuando decidió  hacerse religiosa y fundar el convento de Hermanas Apostólicas de Cristo Crucificado; la capilla se encontraba, prácticamente, arrasada; … etc.

En 1940, bajo la presidencia de Encarnación Spottorno, y gracias a la colaboración de algunas familias vinculadas históricamente a los Servitas (Zamora, Servet, Hernández-Ros, Codorníu, Bernal, Carrión, Juan, Medina, Palazón, …) que pusieron a disposición de la cofradía joyas y enseres con los que conseguir fondos, se inició un periodo de intenso trabajo para recuperar lo imprescindible para el culto de la Virgen de las Angustias. Se restauró y ornamentó la capilla, y se realizó un nuevo trono para la imagen. No obstante, a pesar de los esfuerzos realizados, tuvieron que dejar de celebrarse, tanto el septenario de septiembre, como el traslado del Sábado de Pasión y la procesión de Domingo de Ramos. Desde entonces, aun manteniendo su autonomía, la Cofradía de Servitas sólo procesionaría la noche de Viernes Santo, precediendo a la del Santo Sepulcro.

A partir de 1950, con la incorporación de la Hermandad del Stmo. Cristo de la Misericordia en el cortejo del Santo Entierro, los Servitas quedan, entre el Cristo y los pasos, propiamente, de la Cofradía del Sepulcro, con lo que, paulatinamente, en aras de una pretendida unidad estética, se van perdiendo algunas de sus señas de identidad (caso del color azul de las túnicas que, en el último cuarto del siglo XX es sustituido por el negro).

Las nuevas formas de religiosidad que emanan del Concilio Vaticano II, unidas a la corriente de poca valoración que sufren ciertos modos de piedad a partir de los años setenta del siglo pasado, hicieron que la Venerable Congregación de Servitas, entrase en un progresivo declive. Desaparecidos los tradicionales cultos en honor de la Virgen de las Angustias y casi anulada la identidad de los Siervos de María por la Cofradía del Santo Sepulcro, para asegurar la pervivencia de esta secular congregación, en 1992, se precisaba un nuevo impulso, ésta vez, reconvirtiéndola en Cofradía Pasionaria, propiamente dicha.

 

De 1993 a la actualidad

Para el inicio de esta última etapa, todos los estantes del paso de la Virgen fueron investidos con el escapulario de la Congregación y, tanto Carmen Bernal, Presidenta de los Servitas, como las señoras que componían la Junta, pusieron sus cargos a disposición de María Dolores Jover quien, ratificada por el Obispo de Cartagena, en 1996, como Presidenta de la secular Cofradía de Servitas de María Santísima de las Angustias, en los seis años siguientes encabezó la consolidación de la institución como Cofradía de Semana Santa. En ese periodo, se realiza un nuevo trono para la Virgen y se adquieren faroles, tenebrarios, ornamentos, cruz de guía, y un magnífico estandarte azul bordado en oro por las MM. Dominicas de Jaén, sin olvidar la recuperación de algunos de los cultos propios de Servitas, como el Septenario en Cuaresma, la celebración de la fiesta de los Siete Santos Fundadores (17 de febrero) y la de los Dolores Gloriosos de Ntra. Sra. (15 de septiembre).

En el verano de 2002, con objeto de recuperar la figura del Ángel de la Pasión, de la que se tenía constancia desde el siglo XVIII como grupo de “La Exaltación” y de la que está documentada su participación en las procesiones de los Servitas entre 1878 y 1931, la Cofradía, presidida por María José Martínez, adquiere la imagen de vestir de un ángel que, si bien en un principio fue atribuido al círculo de Luisa Roldán, estudios posteriores lo catalogan como obra de Vicente Hernandez Couquet realizada en 1858 para el grupo del “Dulce Nombre de Jesús” que desfiló en Sevilla dentro de la Hermandad de La Quinta Angustia. Tras la oportuna restauración, el Ángel Servita, bajo la advocación de San Gabriel, procesionó por primera vez en Murcia el Viernes Santo del año 2004.

Restaurada la Capilla de la Virgen de las Angustias en la iglesia parroquial de San Bartolomé-Santa María y consolidada la procesión, en la actualidad, con más de 500 cofrades, la Cofradía de Servitas, sin llegar al esplendor que la caracterizó hasta el primer cuarto del siglo XX, ha alcanzado en la Semana Santa de Murcia el lugar que por bagaje espiritual y tradición histórica le corresponde.

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